sábado, enero 29, 2005

A Polanco

Román colgó el teléfono con la mano temblando. La sensación de caída era perfectamente real, en pleno suceso. El corazón latía rápidamente y entonces pensó que hubiera sido mejor no tomar cuatro tazas de café esa mañana.
Suspiró y cerró los ojos. Empujó con las piernas para que su espalda pudiera descansar en el respaldo y así tratar de detener un poco la inercia que mantenía toda la sangre en su cerebro. Volvió a tomar aire y se animó a abrir los ojos. Fue como si un espejo se hubiera puesto frente a sus ellos. Se vio pálido. Se vio nervioso. Se vio sonriendo. Parecía increíble que palabras comunes pudieran causar tal estruendo. Isabel le dijo que se verían abajo, en la entrada. Su voz parecía la misma de siempre, aunque su acento natural acariciaba las vocales y causaban en Román una especie de escalofrío.
Estiró el brazo y tomó torpemente el vaso con el último trago de jugo de naranja que quedaba y con un movimiento lo bebió todo. El líquido fresco que resbalaba por su garganta lo puso al tanto de lo acalorado que estaba. Notó que una gota de sudor corría por su torso. Estaba de verdad ardiendo.
Se incorporó y sacó un cigarro. Lo prendió mientras subía el volumen de la música: La batería de Tim Alexander aporreaba los compases de “Canvas” y su corazón encontró un ritmo compatible para seguir bombeando con todas sus fuerzas.
Se levantó y con paso suave se acercó hasta la ventana. La vista no era nada buena y su mente de inmediato se imaginó en el departamento de Isabel................


Este es el principio de un cuento no apto para menores ni para mentes de estrecho criterio. Cualquiera que esté interesado en conocer el resto, deje un comentario en el blog o mande un meil a rofloki@yahoo.com
Disculpen ustedes por la inconveniencia, pero lo estaba leyendo y creo que es demasiado para un sitio público.

R.

jueves, enero 27, 2005

Deseo

¿Porqué será que el deseo me mueve tanto? ¿Será posible que en todos lados se manifieste la eterna lucha? Los deseos, los instintos, en lucha constante con las reglas, la verguenza, el miedo.... Imposible es contener los latidos cuando enfrente está tu "objeto del deseo", al cual no puedes dirigirte con franqueza. Tu cuerpo lucha por salir a flote, tu mente lucha por conservar la calma, por detener el temblor de la excitación....La pobre cabeza, que lucha contra ella misma, perdida entre sueños desbocados y sublimes, tratando de actuar como mejor sea, aunque eso vaya en contra de tu propia naturaleza. El deseo contra el deber. ¿Y que coños sé yo de mi "objeto del deseo"? ¿Me desea también? Ojalá estas cosas fueran más fáciles. Ojalá todas las barreras se rindieran y los obstáculos se desmoronaran ante los deseos. Ojalá pudiera leer el pensamiento....
Ojalá fuera otro, otra persona en otro lugar para tomar riesgos y volverme una hoja abatida por el viento. Ojalá mi vida fuera la novela que quiero escribir.
Por ahora no se ha satisfecho al deseo. Por ahora sigo vibrando ante su presencia, sigo soñando despierto y luchando entre las nubes misteriosas, atractivas y distantes de su misterio.

Karla Ximena y María Fernanda

Esos son los nombres de mis dos hermanitas. Dos hermosas criaturas que amo pero que apenas conozco. Dos señoritas que aún imagino como las niñas con las que jugaba en el jardín de nuestra casa en Bosque 86. Nuestros caminos se han separado un poco, pero los lazos de la sangre y del cariño no se pierden con el tiempo. Cada una debe tener su propia visión de la vida, en la cual no creo haber influído mucho. Sin embargo pienso en ellas en muchísimos más momentos de los que debería permitirme para no extrañarlas tanto.
No me disculpo. Si no nos vemos es también porque yo no he querido. Sin embargo las contemplo en mi imaginación como a dos jóvenes gaviotas que inician sus primeros vuelos. Su vida es ajena a la mía, aunque sólo en el plano de la vida diaria. Profundamente enganchadas a mi corazón, permanecen conmigo en todos lados. Han estado conmigo en Chihuahua, Los Ángeles, Ensenada, Manzanillo y ahora -una vez más- me acompañan en mis pensamientos frecuentemente.
A veces las imagino: Dulcemente hermosas, curiosas, intensas y soñadoras, atrevidas y simpáticas. Las imagino como la perfección de lo que mi padre hizo conmigo, como un último retoño de la misma inocencia que yo perdí mientras crecía.
Me acuerdo de ustedes, mis chiquitas, como recuerdo la felicidad de la niñez y la emoción de la adolescencia. A veces siento que se me va su vida sin ser yo un testigo, pero a la vez debo aceptar la vida que nos tocó, cuya circunstancia no fue del todo propicia para nosotros. Sin embargo ustedes son mis únicas pequeñas, en un rango muy parecido al de mi hija, que la siento más mía pero carente de la libertad que -inconscientemente- les he concedido a ustedes en mi mente.
Hoy quiero que sepan que las amo, que las recuerdo y extraño, pero me parece que este libro aún tiene mil páginas no escritas. Que éstas líneas sean el comienzo de un futuro diferente al presente, en donde otra vez pueda acercarme a ustedes, verlas a los ojos y simplemente sonreír.

martes, enero 25, 2005

La Última Versión

Un día parecido al de hoy -aunque estoy casi seguro que era sábado- de hace quince años, un grupo de amigos de la secundaria, salido de la mismísima Brozza, decidió comenzar un proyecto musical que duraría algo así como cinco años.
Algo así como un año y medio antes de aquél 20 de enero, decidimos formar una banda de rock. Los meses que siguieron fueron algo así como una competencia para ver quién lograba comprar antes su instrumento. Yo logré comprarme mi batería Tama Rockstar después de un poco más de un año de endeudamientos y lavado de carros y ventanas.
Una vez pasado ese primer, único e inigualable ensayo (debidamente grabado y preservado hasta nuestros días), comenzamos una evolución que nos llevó a tocar en Parques, Casas, antros del tipo Rockotitlán, James Dean, La Diabla, etc. Hasta en una campaña del PRI tocamos, chingá, pa`que me entiendan. Le entrábamos a todo. Grabamos al menos tres veces, con aumento progresivo de equipo, presupuesto y por ende, calidad. Aún diez años después, recuerdo esas dos semanas de la grabación del disco (la última de esas tres famosas grabaciones), como de las mejores de mi vida.

Ensayos en casa del Gallo, de Chuy, incluso en mi casa (en Colina del Silencio, vaya nombre para un estudio de ensayo). Tocadas, conciertos, compartir escenarios con viejos ídolos. Entrar en ese mágico y peligroso ambiente del espectáculo. Mi Barrio, El Día Mundial del Medio Ambiente, el Techo de Casa de Chuy......

Son tantas cosas, que no me es posible sintetizarlas en unas cuantas líneas. Seguro habrá más que decir, más que recordar y mucho, mucho más que escribir.

Por ahora lo dejo así, hoy celebro que hace quince años la vida y mis amigos me dieron una oportunidad y una fuerza únicas e irrepetibles que en aquél entonces me llevaron a vivir al norte de la frontera, a la tierra de locos que es Los Ángeles -y más aún, Hollywood- y hoy me sigue llevando la inercia de la búsqueda de algunos sueños, me sigue acompañando la amante que por aquellos años conocí, una de mis dos únicas y ambiguamente fieles amantes: la música y la literatura.