miércoles, abril 12, 2006

Los Sinembargos de La Vida

Aprender de las personas es algo que no siempre es fácil. En este mundo de cabezas y de cabezas-mundo, solemos oscilar entre lo grotesco y lo fantástico pasando por todo tipo de matices al parecer inverosímiles. A veces es difícil distinguir lo "normal" de lo que no lo es.
Hoy mismo fuí testigo de un puñado de honrosos extremos; series enteras de comprobaciones de aquellos dicharachos que mi abuela o mi padre tantas veces me han recitado: "Hijo, el Pendejismo Humano no tiene límites", "De todo hay en la Viña del Señor", "Los únicos que trabajan todo el año y las 24 horas, son los pendejos" o "Siempre hay un roto para un descosido"....

(se nota cuál me dijo quién, ¿no? pero de que hay algo de razón en ambos, nadie me lo podrá negar)

En fin, de todo hay ciertamente, pero la sabiduría que adquiere uno en los sinembargos de la vida es realmente impresionante y con ésta curiosa descripción quiero decir cualquier persona o cosa que sea -en general- desagradable.

"Nadie escarmienta en cabeza ajena", pero bien vale la pena echar un vistazo a algunas de las siniestralidades que rondan los parajes de ésta tierra. Como ya sabemos que personas valiosas son muy difíciles de encontrar ("Garbanzos de a libra", diría mi viejita), tomemos a cualquier "prójimo", en el sentido más cristiano de la palabra y tratemos de ser receptivos, algo se podrá aprender.

Si no, como dice aquél refrán popular (que aprendí no de alguno de mis dos maestros, sino de un libro que pasó por mi biblioteca que se llamaba "Más de Mil Chistes Decentes":

"Un perfecto idiota puede no ser del todo malo, al menos es el claro ejemplo de lo que NO debe hacerse".

Y me quedo pensando cómo es que venía una frase tan sabia en un libro de chistes... otro sinembargo de la vida.