martes, mayo 17, 2005

No Estás Deprimido I

....No Estás Deprimido.........

Por Facundo Cabral

Parte I

No estás deprimido, estás distraído.

Distraído de la vida que te puebla. Tienes corazón, cerebro, alma y espíritu, entonces ¿cómo puedes sentirte pobre y desdichado?

Distraído de la vida que te rodea: delfines, bosques, mares, montañas, ríos… No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano cuando en el mundo hay 5,600 millones. Además no es tan malo vivir solo. Yo la paso bien decidiendo a cada instante lo que quiero hacer, y gracias a la soledad me conozco; algo fundamental para vivir.

No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene 70 años, olvidando que Moisés dirigía el éxodo a los 80 y Rubinstein interpretaba como nadie a Chopin a los 90 (de por sólo citar dos casos conocidos).

No estás deprimido, estás distraído.

Por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado. No hiciste ni un solo pelo de tu cabeza por lo tanto no puedes ser dueño de nada. Además la vida no te quita cosas, te libera de cosas. Te aliviana para que vueles más alto, para que alcances la plenitud.

De la cuna a la tumba es una escuela, por eso lo que llamas problemas son lecciones. Y la vida es dinámica, por eso está en constante movimiento. Por eso sólo debes estar atento al presente. Por eso mi madre decía: “Yo me encargo del presente, el futuro es asunto de Dios”. Por eso Jesús decía: “El mañana no interesa, el traerá nueva experiencia. A cada día le basta con su propio afán”

No perdiste a nadie. El que murió simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón.

¿Quién podría decir que Jesús está muerto?

No hay muerte: hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Michelangelo, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre, que creía que en la pobreza está más cerca el amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas, y nos aleja por que nos hace desconfiados.

No encuentras la felicidad y es tan fácil, sólo debes escuchar a tu corazón antes que intervenga tu cabeza, que está condicionada por la memoria, que complica todo con cosas viejas, con órdenes del pasado, con prejuicios que enferman, que encadenan. La cabeza que divide, es decir, empobrece. La cabeza que no acepta que la vida es como es, no como debería ser.

Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar porque lo que debe ser será y llegará naturalmente.

No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible -y sin esfuerzo- porque te mueve la fuerza natural de la vida. La que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija. La que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban 3 ó 4 meses de vida.

Dios te puso un ser humano a cargo, y eres tú. A ti debes hacerte libre y feliz. Después podrás compartir la vida verdadera con los demás.

Recuerda a Jesús: "Amarás al prójimo como a ti mismo".

Parte II

Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios; y decide ahora mismo ser feliz porque la felicidad es una adquisición, no algo que te llegará de afuera. Además la felicidad no es un derecho sino un deber, porque si no eres feliz, estás amargando a todo el barrio.

Un solo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir, mandó matar seis millones de hermanos judíos.

Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera, el chocolate de la Peruggia, la baguette francesa, los tacos mexicanos, el vino chileno, los mares y los ríos, el fútbol de los brasileiros y los cigarros de Chez Davidoff. Las Mil y Una Noches, la Divina Comedia, el Quijote, el Pedro Páramo, los boleros de Manzanero y la poesía de Whitman; Mahler, Brahms, Ravel, Debussy, Mozart, Chopin, Beethoven, Caravaggio, Rembrandt, Velásquez, Cézane, Picasso y Tamayo entre tantas maravillas.

Y si tienes cáncer o sida, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas. Si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto: tengo hambre… tengo frío… tengo sueño… tengo ganas… tengo razón… tengo dudas... y si le ganas, serás más humilde, más agradecido (por lo tanto fácilmente feliz): Libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad, y la vanidad. Dispuesto a vivir cada instante profundamente. Como debe ser.

No estás deprimido, estás desocupado.

Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos, y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas. Además el servicio es una felicidad segura, como gozar a la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da sin medida y te darán sin medidas.

Ama hasta convertirte en lo amado. Más aún, hasta convertirte en el mismísimo amor.

Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas, el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso: una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan a la vida.

El bien se alimenta de sí mismo, el mal se destruye a sí mismo. Si los malos supieran que buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sea por negocio.

No estás deprimido, estás distraído. Si escucharas al otro, al que llevas dentro, sabrías todo. En todo encontrarías algo para ti, entonces te elevarías constantemente y ya no habría confusión, sino matices. Y en esa serenidad no buscarías nada, entonces encontrarías todo. Y estando en el presente, dirías y harías lo que hay que decir y hacer a cada momento, natural y graciosamente –sin esfuerzo- lo que haría que tu relación con los demás fuera plena. Y al crecer en el amor serías más creativo, sin límites ni condiciones.

La ignorancia nos hace sentir encerrados y mortales, es decir, que nos encerramos y nos limitamos solos. El miedo nos distrae del amor, que es sabio y valiente porque sabe que no hay ni medidas ni fin. Busca adentro y desaparecerán las nubes de la periferia.

Quédate quieto y en silencio para escuchar al sabio que llevas dentro, el que tiene siglos, no años como tu cuerpo. Por eso está más allá de tus caprichosas medidas, de los prejuicios que provoca el miedo, hijo de tu ignorancia. El sabio que está más allá de los efectos que crees buenos o malos, ricos o pobres, oscuridad o luz, porque está en lo esencial, es decir, en la mismísima causa. En lo invisible de donde surge todo. Y cuando escuches al sabio que llevas dentro, sentirás a la lluvia buena y saludable al frío. Estarás tan atento a la causa que todos los efectos serán luminosos y ese estado de claridad allanará todos los rincones, por eso lo compartirás todo y a todos llegarás graciosamente. Entonces la riqueza se multiplicará a cada paso.

David, le pidió sabiduría a Dios, que le dijo: “No pides poco, porque la sabiduría incluye todo”.

No vives entre límites, sino en el mismísimo centro de lo milagroso. Libre del ilusorio orden de la mente lineal. Excitado por la imaginación y armonizado por la esperanza. Eres un espíritu que por un rato ocupa un cuerpo. Un vehículo apto para este deambular por mares y montañas, entre delfines y elefantes, entre ciudades y desiertos que cada tanto lo cubren todo para recomenzar el cuento. Y en el medio del mundo del espíritu juega la razón, que cura el cáncer, que facilita las comunicaciones, que estudia el terreno de Marte, que puso al hombre en La Luna. El pensamiento te lleva a nuevos lugares, o te hace ver diferentes –más ricos- a los viejos. Y esto te cambiará tanto que cambiará tu actitud frente al mundo, al que alguna vez quisiste de cambiar en lugar de entenderlo. Y cuando cambies tendrás incidencia en él.

Cierra los ojos y verás todo lo que será. Liberado del tiempo histórico viajarás a la velocidad de la luz. Y ese viaje puede mejorar la vida de muchos porque es incalculable el poder del pensamiento, que es un grandioso alquimista que puede transformar cualquier circunstancia en una fiesta, es decir, cualquier metal en oro.
Una vez encendida la luz interior, nada puede apagarla. Es tan perfecta e incorruptible como el oro, que simboliza el poder de la pureza, de lo esencial. Es decir, del espíritu. Que es un viaje infinito y maravilloso porque está ya cada instante vivido con profundidad.

La santidad es la meta prevista para todos, aunque pocos se den cuenta o se animen a entrar en los caminos que llevan a ella. Abandonado el ego comienzan los milagros. Entonces, sin lucha, recuperarás la fuerza natural, por eso podrás provocar vida a través del amor, hasta caminarás sobre las aguas y curarás con la palabra. Recuerda que Jesús dijo: “Cosas más grandes verán, cosas más grandes harán”.

No estás deprimido, estás distraído por tu ego (que distorsiona, lo contrario de la inocencia, que aclara).

El ego confunde a las cosas con su juicio, cree que las cosas son lo que él piensa que son. Es más, el ego cree que las palabras son las cosas. El ego no vive, interpreta. Es una constante actuación que nunca alcanza la realidad. En tanto, la inocencia trata a todos por igual, por eso está más cerca de la felicidad, de la riqueza, de la tranquilidad. La inocencia ve todo con asombro, por eso nos lleva de fiesta en fiesta, la inocencia cree lo que es una bienaventuranza. La inocencia es excitante porque ve todo por primera vez: para ella el mundo está lleno de novedades. Para la inocencia todo es un espejo porque en la inocencia tomamos conciencia de que somos parte de Dios, es decir, el que se ve a sí mismo en todas las cosas. El inocente se divierte fácilmente porque todo le llama la atención: una vaca pastando, el tronco de un viejo árbol, las mariposas negras sobre los trigales dorados, el colibrí detenido en el aire, el panadero sacando el pan del horno, la noche estrellada, la lluvia del invierno, los leños ardiendo en el hogar, los papeles de Matisse, las caravanas de las hormigas y las de los beduinos, el sermón del domingo en la mañana y el fútbol del domingo en la tarde.

El ego le pone nombre a las cosas pero el inocente las ve. El ego las juzga, el inocente las vive. El ego divide, la inocencia armoniza diferencias. El ego depende de la mente, el inocente del corazón. El ego es viejo porque depende de la memoria, pero el inocente está naciendo a cada instante. El ego nos agota porque siempre lucha, el inocente flota graciosamente porque siempre se entrega. El ego se aburre porque no puede dejar de buscar. El inocente va de asombro en asombro porque siempre encuentra y puede quedarse por la eternidad gozando el mismo caballo o la misma flor o la misma estrella, porque el inocente está tan entregado a la vida que cambia -como ella- constantemente. Por eso lo mismo nunca es lo mismo, por eso la inocencia es fresca para siempre.

Ahora que estás solo y tranquilo, olvida lo que eres porque eso es creación de los demás y escucha a tu corazón: “¿Qué quieres ser? “¿Qué quieres hacer ahora? (porque la vida es ahora mismo)”. Olvida lo que crees que eres y comienza de cero ahora mismo, entonces convivirás con todos fácilmente.

Es tan grato vivir sin divisiones: bueno, malo, rico, pobre, negro, blanco, amigo, enemigo, compatriota, extranjero. Es tanta la liviandad cuando no hay enemigos que podemos volar en cualquier momento porque la alegría tiene la simpatía de la magia. No perdiste la inocencia, sólo la ocultas por miedo a la burla de los que sólo pueden catalogar porque la perdieron. Déjala salir y recomenzarán los juegos de tus primeros años, pero enriquecidos por la inteligencia. Libérate de los preconceptos de la memoria y mira todo como por primera vez, entonces te salvarás del aburrimiento que ensombrece a los que creen saberlo todo.

Y no confundas a la actividad con la vida: ahí está el Sol, exactamente ahí para que lo veas, ahí está el árbol hace muchos años para que te des cuenta que es una maravilla. Libérate de la imagen que te ayudaron a forjar los demás y volverás a la inocencia, que es nuestro estado natural. Entonces estarás contento con las arrugas que confirman todo lo que viviste. Es más, sólo en la inocencia sentirás que eres parte de todo lo que te rodea, es decir, que sólo en la inocencia puedes ver a Dios.

Las Palabras y Facundo Cabral

Hace mucho tiempo, una muy buena amiga mía me regaló un cassette con el audio de un discurso de Facundo Cabral. Pocas veces antes lo había escuchado y en ese momento de mi vida no tenía muchas ganas de escuchar ni la trova de Facundo ni ningún otro tipo de música, realmente. Sin embargo puse el audio y escuché.

Muy pocas cosas en mi vida me movieron y me mueven como las frases que escuché entonces. Si se escucha sin prejuicios (y tuve que hacer un esfuerzo para salvar algunos del tipo religioso que yo mismo tenía), algunas de estas frases son realmente reveladoras. Algunas palabras te hacen sentir vértigo y otras una profunda tranquilidad. Aunque supongo que a cada quien le cae diferente.

Poco tiempo después de escucharlo por primera vez, le añadí música instrumental(la mitad de la cual yo mismo toqué y el resto no es ni una sola de Facundo Cabral o de trova) y lo regrabé en un CD. De este modo ha llegado a muchísimas personas. Algunas de ellas lo escucharon, lo disfrutaron e inclusive lo siguieron reproduciendo y compartiendo, tan significativo fue para ellas; algunas otras ni siquiera escucharon el CD o -en el mejor de los casos- lo apagaron a los pocos minutos.

Hace tiempo transcribí el discurso y ahora voy a ocupar algunos posts para insertar las nueve partes que -arbitrariamente- escogí y compartir un poco de lo que a mí me sirvió tanto. Ahora dispongo de una versión mp3 (que dura casi una hora), por lo que si alguien está interesado en conseguir una copia, sólo tiene que escribirme un mail.

En fin, a en el siguiente post transcribo las dos primeras partes.