sábado, enero 15, 2005

Música

Hay artes muy completas, como la arquitectura: Ritmo, matices, luz, formas......Es un arte increíble que -sin embargo- ha tomado elementos de la música para expresarse. La música tiene la enorme capacidad de generar imágenes en nuestra cabeza. Inspiradas por sentimientos muy personales, la música expresa el espíritu del hombre desde perspectivas que desafían a la física. Es cierto, la música se rige por los exactos y muy estudiados fundamentos de la acústica, pero ahora hablo de lo que la música representa para mí: es espacio y es tiempo, es luz y es color, es imagen y sonido a la vez. Por derecho inalienable, la música precede a la forma; el sonido al sentimiento.
Pocas cosas pueden cambiar tanto mi estado de ánimo como la música, una de mis dos fieles amantes. Refugio y escape, la música expresa mediante ritmos, armonías y melodías lo mejor y lo peor de los hombres. La música es expresión, pero también reserva. Es estandarte y disfraz. La música llena el corazón a través de los sonidos. Las combinaciones de las doce notas de la escala mayor se combinan en infinitas posibilidades, cada una con su propia personalidad. Acordes mayores y menores se desarrollan en cuartas, quintas y séptimas disminuídas. Los bemoles, que no de la vida, se mezclan con idénticos sostenidos que se confunden como en un estadio de chinos. Las pentatónicas y las arábigas se distinguen de otras escalas con fuerza elitista (¿o étnica?), definiendo culturas, pero formando mezclas a veces ininteligibles entre las personas. La música nos divide, pero a la vez nos representa; es un arte tan humana que no podemos negarla, los músculos se acompasan involuntariamente por la magia: ballets de movimientos de cabeza y de puntas del pie. La negamos y la buscamos; Hay música que odiamos y alguna otra que adoramos. Es una piedra preciosa, que cambia de valor con cada persona. Cada quien decide (o acepta) que la música ejerce un efecto pavoroso, cuando las frecuencias bajas entran por el pecho, cuando los ritmos sacuden nuestras vísceras, cuando sentimos las melodías a través de nuestra garganta, cuando las armonías nos erizan los cabellos. Todo eso es la música, una mezcla de sentimientos y de pensamientos interpretados con el alma. Ún músico puede hacer la diferencia. Puede transportarnos e inspirarnos, puede hacernos -con su música- reír o llorar. Puede hacernos salir a la calle o encerrarnos en un cuarto obscuro. Es una droga y una medicina. Es pasión y odio, pero también amor y valentía. Es una nota cuya octava se desarrolla en otra dimensión, simultánea y causal. Por ahora no soy intérprete, pero el tocar un instrumento estará siempre corriendo por mis venas. Por ahora sólo puedo escuchar. Escuchar y agradecer que exista gente que interpreta la música de una manera que hace mi vida definitivamente más rica. ¡Salud!