lunes, noviembre 22, 2004

Mujeres

Tantas cosas que se pueden decir sobre las mujeres, aunque siempre nos quedamos cortos. Tantas emociones y vivencias diferentes pasamos junto a ellas, que tratar de encerrar todo su misterio en cualquier número de párrafos es simplemente inocente o de plano soberbio. Trato de describir a las mujeres lo mejor que puedo, tratando de dar a entender cuántas veces me he enamorado profundamente de ellas sin poder asignar una razón o un motivo. Así que no busco describirlas, no puedo describir lo que no entiendo, y como siempre me ha dicho mi padre: "A las mujeres no se les puede entender, sólo se les puede amar"; por lo tanto las amo. A veces también las odio. No sé si por ese ambiguo sentimiento de impotencia y de iluso control. Las mujeres me gustan, me encantan y las encuentro fascinantes al hablar, al verlas dentro de esos profundos ojos de gata, tierna y cruel a la vez; al tocar su piel desnuda y gozar con ellas al compás de nuestros movimientos, jadeos y gritos. Son un tesoro inalcanzable, un cofre de secretos que nunca alcanzamos a conocer y si ese fuera el caso, nunca llegarìamos a entenderlo. Las mujeres son un océano profundo de misterios, un terreno inexplorado, una sorpresa y una magia verdadera.
Las mujeres son una curiosa mezcla de belleza y control, una deliciosa combinación de deseo y voluntad, de dominio y de sumisión; de poder y de lujuria. Son inocentes imágenes que esconden innumerables pasiones. Son el Aleph, el principio y el todo, aunque a veces seguimos insistiendo en querer tenerlas en una mano. Son el universo desbocado, son la excepción a la regla y una fina descripción del cielo sobre la tierra, una realidad vestida de fantasía; son el hecho difícil de creer aunque estén enfrente, azotándonos de realidad, infringiendo nuestros límites y sobrepasando nuestros sueños, son ilusión y desilusión al mismo tiempo, esperanza y desengaño, seriedad y burla, liviandad y pesadez, amor y odio.
Yo las veo con profundo amor y recelo, con una mezcla de ardor y de odio que apenas puedo entenderla. Y por más que compruebo lo fuerte que llegan a moverme, lo mucho que llegan a significar para mí, me sigue dando vueltas en la cabeza esa frase de Nietzsche: "En el amor y en la venganza, la mujer es más salvaje que el hombre".