sábado, noviembre 06, 2004

La Niñez

La niñez fue para mi una hermosìsima etapa de profunda ignorancia y enorme goce de la vida. A pesar del divorcio de mis padres desde que tenía apenas unos seis años, fuí el primer hijo de mis padres y por lo mismo un pequeño consentido que tuvo la fortuna de ser criado con amor y dedicación. Mis abuelos maternos estuvieron conmigo los primeros diez años de mi vida, brindándome cariño, atención y cuidados bañados de una terrible aligual que profunda devoción por la religión católica.
De la religión me libré bastante pronto. En primero de secundaria ya pensaba que había algo particularmente inverosímil en el hecho de que un viejito de barbas sentado sobre una nube y coordinando la vida y obra de cuatro mil millones de personas (al menos me parece que esa era la cifra hace veinte años) tuviera aún el humor de escucharme en mis rezos al final del día. También fue factor importante que me sentía fatalmente atraído por la concepción científica del mundo y ya desde los primeros años de primaria era un fanático devorador de todo tipo de lecturas: desde Historietas de Walt Disney hasta Enciclopedias, pasando por Condorito, Tom Sawyer, Los cuentecitos de "Elige tu Propia Aventura", de editorial Timún Más (que por cierto me inspiraron para escribir un cuento sobre las aventuras de uno de mis primeros peronajes: El Agente Seagull), La Enciclopedia Ilustrada Proteo, que realmente determinó el curso de mis días posteriores; Juan Salvador Gaviota, que definitivamente cambió mi vida de la misma manera que luego lo haría "Las Enseñanzas de Don Juan"; El Libro de La Selva, El Último Mohicano y muchísimos otros.
Mi niñez determinó firmemente la ambigûedad que ahora me caracteriza: Por mis oídos circulaba José José, Juan Gabriel, Rocío Durcal, Emmanuel y José María Napoleón en casa de mi Mamá (y poco despuès con aún más intensidad y un par de Mariachazos en casa de mi Papá), "Radio Joya" en casa de mis abuelas (La Mamà de mi Papá y su hermana), "Earth, Wind and Fire" en el cuarto de mi tío Jorge (que por cierto siempre tuvo un impresionante equipo de audio) y Jazz del Mississippi en el despacho de mi abuelo.
Mi niñez siempre estuvo caracterizada por muchísima actividad física también. Desde muy pequeño solìa "salir a correr" con mi Papá (casi siempre yo lo acompañaba los primeros diez minutos y el resto del tiempo me lanzaba a los columpios) y hacer series de abdominales, de repente alternando con las mancuernas de mi abuelo (que yo tomaba siempre sin permiso porque me decían que si hacía pesas me quedaría chaparro) y un poco de natación en el "Albacora", ya que era obligatorio en la primera primaria en donde estaba. A los once años recién cumplidos, el 5 de noviembre de 1984 empecé a practicar Tae Kwon Do, que fue mi principal actividad deportiva durante trece años, sólo reemplazada mucho más tarde por el surfing y la escalada, que aún hoy practico.
Mi niñez fue particularmente especial cuando mis padres se divorciaron y yo entré a León Felipe, una escuela Montessori que realmente fue de muchísima ayuda para esa etapa que de otro modo hubiera sido difícil y dolorosa. De esa época conservo gratos recuerdos y la amistad de tres personas mucho muy especiales para mí: Andrés, Xavier y Joao. Amigos entrañables que han sido como mis hermanos por algo así como veinte años.
Así fue parte de la niñez de Rofloki, una hermosa y cálida etapa que de alguna manera culminó más o menos en la misma época que conocí a La Brozza, así que mi transición de la niñez a la adolescencia fue algo formidable.
Recuerdos aún me faltan por vaciar en este tipodiario que me he propuesto. A veces mi filosofía y a veces mis experiencias acaban escritas por primera y tal vez única ocasión en este rincón de la realidad virtual, que como bien me hizo notar Fer: No ha sido aún hallada por el Meta-Crawler.