sábado, marzo 05, 2005

Felicidad

Es muy curioso cómo es mejor evaluar la felicidad pasada. Parece haber una especie de principio de exclusión entre felicidad y presente. Se necesita estar muy atento, o de plano sobrellevar la vida sin espanto, ignorando todo menos esos pequeños momentos felices. En los que yo mismo quisiera sorprenderme. Casi siempre me inunda una implacable tranquilidad observando el reflejo naranja del sol amaneciendo sobre los edificios de Paseo de La Reforma; la excitación tratando de adivinar a Aldebarán, a Betelgeuse o al menos a Sirius a través de la esfera turbulenta que es la atmósfera de la Ciudad del Caos; nunca hay duda cuando estoy tocando la batería; incluso llego a sentir una fervorosa confianza al hablarle a una chica que aún no me hace caso (y seguramente nunca lo hará); cuando veo a cualquiera de los Brozzos......sin embargo -insisto- la felicidad es difusa, es evasiva, incluso Houellebecq decía: ".....el hombre no está hecho para la felicidad. Para tener acceso real a la posibilidad práctica de la felicidad, el hombre debería transformarse, transformarse físicamente. ¿Con qué se puede comparar a Dios? en primer lugar con el sexo de las mujeres, eso es evidente; pero también, quizás, con los vapores de un hammán. En cualquier caso, con algo donde el espíritu pueda llegar a ser posible porque el cuerpo está saturado de contento y de placer, y toda inquietud ha sido abolida. Ahora estoy seguro de que el espíritu no ha nacido, que quiere nacer, y que su nacimiento será difícil, porque la idea que hasta ahora nos hemos hecho de él es insuficiente y nociva. Cuando llevaba a Valérie al orgasmo, cuando sentía su cuerpo vibrar bajo el mío, a veces tenía la impresión fugaz pero irresistible, de entrar en un nivel de conciencia completamente diferente, exento de todo mal. En esos momentos suspendidos, casi inmóviles, en que su cuerpo se elevaba hacia el placer, yo me sentía como un Dios del que dependieran la serenidad y las tormentas. Ésa fue la primera alegría; indiscutible, perfecta".
Todos tenemos nuestros momentos, la vida son subidas y bajadas, la vida es dinámica y "por eso debes estar atento al presente", diría Facundo. Atentos a las sorpresas que da la vida, a los breves pero intensos momentos de felicidad que esperan detrás de cada suceso. La vida es compleja y a veces nos inunda de tal manera que perdemos la perspectiva. ¿Pero que sería de la vida sin esos momentos? Para empezar no estaríamos buscando la felicidad y buscando por todos los medios aferrarnos a ella y conservarla.