jueves, febrero 17, 2005

Joyas de la Literatura

Como mencionaba algunos días, el lenguaje es un código casi infinito que refleja nuestro pensamiento de maneras insospechadas.
Hay muchísimas derivaciones y modismos, pero no cabe duda que el albur (en sus aplicaciones más mexicanas) es particularmente rico en forma y fondo. Frases ambivalentes que no carecen de cierto matiz poético y de franca audacia, describen a la perfección la idea y el espíritu de la idea. Un poco falsa, un poco honesta. Por ahora me concentro en las visiones que generan los albures. Al nombrar el pueblo de "Chiquistlán Medallas del Coyote Cojo de las Nalgas Pintas de Mamey Pitaya", la sucesión de imágenes es realmente vertiginosa. Ciertamente gráfica, pero sin falta de tacto.
Sin embargo, hace ya algún tiempo que encontré un excelente albur acuñado por el pueblo mexicano y traído a la luz por Jis y Trino en el volumen dos de "El Santos contra la Tetona Mendoza" (pág 17. "Estaba un día el Santos en Bellas Artes...."). Analicemos esta joya:

"Abulón de rosas sombrerito: musgo de tu sol fruncido y pelos de gogol melano de dura te la pongo (pinche Peyote pendejo)".

Vaya, no cabe duda que el elemento gogol da una fuerza numérica importante, aunque en primera instancia abstracta e incognoscible. La alusión al mytilus californicus -aunque derivada del nombre endémico del molusco en el noroeste del país: "Choro"- se adorna y encuentra la catarsis mediante la metáfora con el Astro Rey. El final, aunque un poco por lo bajo, no evita la sanción y por el contrario emula el fin último del albur: chingar.
Riqueza del lenguaje, altisonancia, estructura y habilidad, todo como parte del sonido o del silencio, ya que ambos forman la comunicación. El silencio que nos inunda la primera vez que los alburescos sonidos llegan a nuestros oídos. El silencio tras el albur es el sonido de la victoria. El que habla vence y el que calla otorga (con albur).
Y de nuevo haciendo alusión a la tira de los Jalisciences, tomamos para nosotros (porque así nos quedamos, admítanlo) la frase de Benedetti (¿o de Darío? ¿de Neruda?) otrora en boca del Cabo, igualmente acentuando la circunstancia con su poesía: "Pinche Santos, me gusta cuando callas porque estás como ausente".